El Regreso del Padre Sol. Solsticio de Invierno.

Llega Junio y como cada año, desde hace milenios, nuevamente los humanos miembros de una familia tan larga, al igual que en diciembre en el hemisferio norte, acá en el Sur, nos preparamos para celebrar un nuevo año, para agradecer al padre Sol, para pedir por nuestra vida y toda la existencia en nuestro planeta. ¿Pero por qué en esta fecha? ¿Por qué entre el 21 y 24 de junio? ¿Por qué también, al igual que en el norte, en el Solsticio de Invierno?.


El Solsticio de invierno es un evento astronómico lleno de maravilla, provocado por esa inclinación tan particular de nuestro planeta que genera el que en todo el año nunca el Sol salga dos días seguidos por el mismo lugar, sino que siempre está cambiando su tránsito en el cielo. Generándose dos extremos: Los solsticios. De ambos, el de invierno es muy especial porque el Sol pareciera que mientras más al extremo va saliendo y por ende los días se van haciendo más cortos y las noches más largas, pudiera entonces seguir yendo más allá, hasta quizás no volver  a salir. Por eso, nuestros antepasados, muy observantes de esto siempre, cuando se aproximaba la fecha adecuada, realizaban ritos sabiendo que si lo hacían en el momento justo, el Sol dejaría de seguir “cayéndose” más al extremo y por el contrario, reemprendería  el viaje hacia muy encima de nosotros nuevamente, llenando de vida nuestra Madre tierra: si todo resultaba bien, el invierno con sus lluvias y el sol en viaje de regreso, anunciarían la nueva vida que mágicamente renacería en primavera.


Así, en el Solsticio de invierno del hemisferio Norte, alrededor del 21 de diciembre, los Celtas celebraban la llegada del nuevo Sol adornando los árboles, en quienes identificaban su fuerza de vida, los germanos adornaban el árbol del Universo, en cuya copa estaba la morada de los Dioses. En la llegada del cristianismo a Europa, se decidió celebrar el nacimiento de Jesús al final de las celebraciones paganas más relevante del año: 24 de diciembre, al cierre de las celebraciones del nuevo Sol, luego del Solsticio de Invierno.

Hoy esto perdura en el árbol de navidad.


Siendo los humanos actuales una sola familia, que en 50.000 años volvió a viajar desde África hasta cubrir todo el planeta nuevamente; no es de extrañar que todos celebremos con igual intensidad y necesidad las mismas fechas astronómicas, inicios- finales de los ciclos más importantes en nuestras vidas imbricadas con el sistema tierra-Sol.


El Solsticio de invierno, el final de un ciclo, el inicio de otro, el renacer del Sol, ha sido motivo durante milenios de las más importantes celebraciones de los humanos. Al fin y al cabo, a ningún ser vivo le cabe la menor duda que dependemos de Ra, Antü, Apolo, Osiris, Hélios, Atón, Surya, Ak, Kin, Grian, Yue, Ra, Inti ... o simplemente de nuestro Sol y si este, día a día “amenaza” con dejarnos, teniendo días cada vez más cortos, vale la

pena dedicarle un día para “llamarlo”, agradecerle, decirle cuánto le valoramos, y cuánto deseamos que deje de alejarse tanto y vuelva a acercarse .haciendo los días cada vez más largos nuevamente y permitiéndonos con ello que toda la vida florezca, renazca, reviva, permitiéndonos recomenzar un nuevo ciclo de vida.


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